APUNTES 17/11/2025
Hoy, mientras pensaba en el acto de
escritura, pensé: ¿qué es aquello que nos hace escribir?, pensaba en la
escritura de poesía, pero claro está, puede ser trasladado a toda otra
escritura, o incluso, a cualquier otra experiencia artística. ¿Qué nos hace
escribir poemas?
A veces me detengo a pensar que ese impulso
que hace que de repente tomemos una hoja en blanco y comencemos a escribir,
hablo de ese acto cuando no es mediado por una planificación previa, cuando nos
sorprende en cualquier otra actividad de la vida y dejamos todo para apuntar
cierto aroma que en el aire…Pienso que pudiera ser el recuerdo punzante de
aquel “arrebato” primero que nos llevara a escribir sin mediar no mucho más que
el dejar hacer y ese acto fuera que dejara una huella, una impresión en
nosotros y, desde entonces, es que buscamos repetir ese acto. Es
en eso en lo que hoy pensaba cuando me pregunté ¿qué es aquello que nos hace escribir? Es probable que sí, que algo
de eso ocurra, el recuerdo de ese primer impulso a escribir, aquello que
llamamos inspiración, aunque, pensándolo ahora un poco, pareciera ocurrir algo
más ahí. Podemos reconocer una como especie de detención en ese acto, quiero
decir, pareciera detenerse por un instante la cadena infinita de las causas y
los efectos, aquello que llamamos la dimensión estética de la experiencia. Hay
al mismo tiempo otra detención, una experiencia estática que incluye un
arrobamiento interior y que logra aislar por un instante, ya sea una idea, un recuerdo, un sentimiento,
un objeto y contemplarlo sin la
voluntad de hacer mediada por el yo, algo así donde objeto y sujeto son uno y
todo eso ocurre en un instante antes de la primera palabra escrita en la hoja.
Ese arrobamiento que sería condición necesaria para realizar, al menos en un
principio, la obra de arte está también fuertemente ligada a la experiencia
estática religiosa. Refiriéndose a este punto dice Joseph Campbell: “el paso de la dimensión estética de la
experiencia a la [experiencia] religiosa, y esta sensación de reverencia, temor
o terror es por completa distinta de cualquier horror o temor natural cinético
ante un objeto. Es más bien una ruptura en el tejido de relaciones
temporales-espaciales-causales en que se apoyan los objetos, en que se apoya también
el sujeto: una sensación escalofriante, paralizante, de la inmediatez de algo
- ¿allí?, ¿aquí?, ¿dónde? - que es inconmensurable: quizá un vacío, quizá un
dios, o un fantasma”.
El arrobamiento estático produce un temor,
un horror, la intuición de algo ahí inconmensurable y donde hay, también, una
sensación de reverencia, distinto de un temor y un horror natural cinético
provocado ante un objeto. En el arte ocurre algo parecido como señala James
Joyce en Retrato del artista adolescente: “Los
sentimientos excitados por un arte impuro son cinéticos, deseo o repulsión…las
artes que sugieren estos sentimientos, pornográficas o didácticas, no son, por
tanto, artes puras. La emoción estética […] es por consiguiente estática. El
espíritu queda paralizado por encima de todo deseo, de toda repulsión”.
Habría entonces un arte puro y un arte impuro,
siendo este un arte que busca excitar
sentimientos de repulsión o de deseo, y siendo aquel otro arte el que ilumina
la dimensión estética de la experiencia nacido de “la ruptura en el tejido de
relaciones temporales-espaciales-causales” y que manifiesta una relación con la
dimensión estática del arrobamiento religioso. Pienso que algo de ese arrobamiento
conduce a la escritura. Esa ruptura en el tejido de las relaciones causales y
que es la dimensión estética de la experiencia conduce como un primer impulso a
la escritura y eso, seamos seculares o no, tiene relación con la experiencia
estática religiosa y que también provoca una sensación escalofriante, algo
inconmensurable que envuelve todos y cada uno de los actos de la vida.
¿Qué nos hace escribir poemas? Tal vez no
hay una respuesta puramente conclusiva de qué es aquello que nos impulsa a
escribir. Aquí, he relacionado ese llamémosle, impulso, con relación entre la
dimensión estética de la experiencia y la experiencia estática religiosa; ambas
producen arrobamiento y terror y conducen al silencio precedente a la palabra
escrita y ambas, a su vez, hacen que el espíritu quede paralizado por encima de
todo deseo y de toda repulsión. Muchas mentes mejores han pensado a lo largo
del tiempo en qué ocurre ahí en esa “nada” y de golpe la aparición de un poema, aquí sólo presento algunos pensamientos al respecto puestos en relación.
¿Guardará para siempre su misterio ese acto previo a la escritura?
S.L.
17/11/2025
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