Del libro, Silencio, un poema

En la dicha última del día, brillabas
ay, cómo, cómo brillabas
y sabías
tender así tan dulcemente
tender de brillos la brisa para
algo así, una finura, sí, por qué no?, digo,
una finura al oído inclinado que saltara de sueño
sobre el minuto, el minuto
a tu regalo entonces
una presencia de allá
una música develada
alguna íntima alusión
una corriente
dentro, dentro de lo que ya se iba, se iba
ofrecido al verso, dices?
ofrecido al apuro del verso, digo, a quién?
inclina de gracias, de suaves gracias apenas
su espíritu o cierta cosa que se prende así de viva y de luces allá
donde fue entonces soñada la lluvia
y luego fue el agua…así
sin procura
algo como un viento, un viento
una última desviación
antes de ser asumido
y lo que queda, Silencio,
los vestigios
un rapto
algún destello de lo que siempre
siempre perdura
y es aquí
una fina atención
una música que se brinda
o la flor
y al sueño
en el destello último de aquel que lleva
la lluvia en sus ojos
y las manos abiertas
a quedar luego así
de abierto
y silencio.

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