Sergio Leandro

 Del libro, Noche o al pie de los gratos instantes. Inédito. ¿Es en el aire esas magníficas liras?   abordajes a la distancia para un decir aquí levemente aproximado a aquellos pulsos?   Nos han dejado estas finas volturas en el viento para completar así, acaso qué zonas vacías? acaso qué distancias?   supieron siempre de nuestra caída? y así apuraron un mundo?   una aproximación que sólo iluminaría zonas abiertas leves susurros   haciendo así la caída menos definitiva menos irreversible?

 Del libro, Noche o al pie de los gratos instantes. Inédito. Y fuimos entonces a esas cuevas y anduvimos por esas galerías subterráneas y recuerdas entonces la quietud? en esos grados del silencio que dieran a nuestros pasos unas certezas por nacer unas manos y unas formas para andar, sí, luego andar de este lado del sueño   y ahora esas aguas, noche, queman espacios? danzan sus coros tan finos esos coros que abren los sitios brillantes las finas capas y acercarse lo más?   y ese carácter de la luz envolviendo cariñosamente los cuerpos por nacer pero allá no eran cuerpos, eran algo así, unas manos de vientos, sí, lúcidas mas suavemente etéreas   y teníamos un amor fresco que nos cubría mientras el río aún cincelaba nuestra forma   un amor fresco, digo, un rocío una inclinación de brisa casi, ¿recuerdas? de tan suave casi, así, maternal un cuidado una atención.

 Del libro, Silencio. Inédito. SUEÑO DENTRO DEL SUEÑO   Llegué a tu puerta y golpeé tres veces y me fue abierta entonces y un viento se alojó en mis ojos y asomó entre lluvias la distancia. Fui arrojado a los pies del árbol del fruto más dulce, la muerte y allí de aire casi busqué tu canto, Silencio desde entonces ha sido errar huella sobre huella este desierto.   Escribimos el libro en el que somos a mi amor escribo en el libro los ojos de mi amor sus manos su nombre mi asombro, mi dolor y mi muerte entre las páginas del libro el desierto el mar el río y un cielo de abierto que sería la casa abierta de tu nombre mas tu nombre, Silencio, se alza en el corazón de la noche sea el vocablo nuestra posibilidad sea el viento entre el vocablo la luz cierta de nuestros días a decir tu nombre hemos venido a escribir el libro que se escribe desde siempre allí donde tus luces dan el cielo de nuestros días. ...

 Del libro, Silencio. Inédito. Y para nosotros aquí este irse constante estas tiras de la tarde que son cúmulos de suspiros alas de aves sombras idas…idas acaso ya no estamos, algo así, únicamente nuestro brillo tendido sobre el abismo…algo entre, siempre entre… y este sueño de tu música será despertar luego, es así? nuestra ofrenda acaso sea estas construcciones de ideas estos cantos que son nubes, nubes, míralas, ¿sí?, son nubes y no más qué más podría ser, no es cierto?   Acaso besar de tus tiras nos ayude a más estar aquí, mas salpica la injusticia y nos toca igual y damos paso a la supervivencia mas este no es el fin último donde lates también algo vive, nuestro, así un recuerdo quizá…una certeza aquí miramos tus estrellas y somos también todo el misterio que ofreces, no es cierto? somos también tu música encendida?   El hambre aquí es cierto y contundente y el olor a muerte recorre los caminos y qué inclinación silenciosa hila entonces tanta gracia y tanto espanto ...

  Del libro, Silencio. Inédito. La aurora silenciosa ofrece todas las luces que esplenderá el día allá donde ahora es apenas un corrimiento o cómo decir, aquello que brilla prendido de los íntimos círculos una confluencia de puntos precisos, un tejido de eternidades, se diría así? y nada aquí de este lado del sueño digo, nada corre más que esa luz ni llega a cubrir mayores espacios y entre el sonido sordo de las ocupaciones diarias se desliza tu mano siempre ah, y de qué terroríficas formas a veces un amor silencioso y lúcido pareciera flotar por sobre el espanto mas digo, pareciera, porque es algo así: abrir de risas aventadas para los cuerpos que se abren al día.    

 Del libro, Sueño y vigilia del salmista. Durante toda la mañana discurrieron en la luz “pequeñas gracias” que en correspondencia acaso con las sombras se hacían como de un milagro sobre los sueños de los paseantes entre las calles de la ciudad.   La música que la noche inclina descansa llevada en aires por las “pequeñas gracias” y que en asomos de delicadísimos instantes inaugura sus tonos y encantos y el salmista que mirando al cielo pregunta o discurre sus visiones al aire mientras más abre su silencio a que lo invada en esa hora una, algo así, precisión, se diría, algo cierto tal vez hoy en la fugacidad de ayer.   Llegan al redil las “pequeñas gracias” tocan liras de aire los ojos cuando se destellan en la luz   y algo de lo que siempre ha sido se revela en este tiempo hoy   la velocidad de la calle no cesa el rumor de la calle no descansa la miseria en la calle no da tregua   y ent...